Casi dos semanas de cenas familiares, suculentos manjares, postres exquisitos, turron a mansalva, chocolate por doquier, y un sin fin de beber coca-cola mezclada con cualquier abominación... El paraíso para muchos, y para mí claro.
Pero la naturaleza es sabia, y cruel. Y me eligió a mí, la preza fácil, el chico de buen comer, el que mantiene una relación amor-odio (más amor que odio) con el chocolate., el que nunca se niega a repetir los suculentos manjares, el que siempre encuentra restos de salsa para sopar con el pan, el que se acaba un turrón él sólo en un par de días, el primero en sentarse en la mesa y el último en abandonarla, el que se prepara chocolate espeso con tostadas con nocilla todas las mañanas...
Reitero, la naturaleza es cruel, fui un elegido, fui el que se llevó un virus estomacal justo al acabar las fiestas. Justo a mí, justo en ese momento... Que mala suerte.
Resultado, combinación de síntomas hediondos, nauseabundos, asquerosos, grotescos, repulsivos, repugnantes... (preguntadselo a cualquiera sino).
A un perfecto mejunje de gases estomacales emitidos por todo orificio de mi castigado cuerpo en perfecta armonía con una constante cascada de heces acuosas y salobres fui sometido por la sabia naturaleza durante 3 días en dos impredicibles oleadas, limpiando mis intestinos y ensuciando mi pobre inodoro, dios se apiade de él.
Cada vez que visitaba el baño, mi trasero adquiría el poder de resucitar el alma de 10 de cadáveres en putrificción, el poder de 100 bombas fétidas de huevos crudos explotando en una maravillosa y hedionda sintonía, el poder de hacer aparecer 1000 mofetas defendiendose por su hedor, el poder de no asistir a clase 3 días, el poder de hacer escribiendo un post sobre este asqueroso asunto, el poder de que ésto me dé asco hasta mí mismo...
Pero como es sabido, todo lo hediondo se acaba (nada es para siempre, dicen). Con la llegada de la mágica Salvacolina (loperamida) mi maldición, que en el fondo se convirtió en mi bendición, se desvaneció tan rápido como vino. Da impresión lo rápido que hace en efecto estos pequeños comprimidos, con dos ya se me ha pasado todo (no me extraña que el máximo diario sean 6). Me encuentro bastante mejor, aunque vacío, y espero volver mañana a la rutina.
Pero que mis compañeros, amigos o familiares no se queden tranquilos, pues la Salvacolina (loperamida) sólo es un antidiarreico y por tanto no tiene efecto ninguno contra los gases. A los testarudos y ruidosos gases les quedan otra historia, mas pasiva, pero igual de importante.
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Después de esta blogfemia tengo que aclarar que todo está escrito muy rápido, como casi todo el blog, y que si notais un error en argumentación o ortográfico me lo cuentan y lo solucionamos.
Un abrazo!
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