- ¿Si tuvieras un super-poder cuál sería?
+ Me gustaría poder estirarme, como si fuera una goma elástica. Eso, me gustaría ser de goma.
- ¿Y por qué?
+ No sé, ¿por qué no? ¿Sabes la cantidad de cosas que podría hacer si yo fuera de goma? Podría... por ejemplo ir a la nevera y coger una manzana ahora mismo sin tener que levantarme a por ella. Podría estirar el cuello y llevar mi cabeza al cielo, donde podría ver todo desde las alturas. Podría cambiar de tamaño, hacerme pequeñita pequeñita hasta casi desaparecer o, por ejemplo, podría hacerme enorme y eclipsar la ciudad solo con mi presencia. Podría jugar con mi fisionomía, modificar mi aspecto... deformarlo incluso, para, por ejemplo asustar a quien quiera.
- Podrías también estirar tus brazos de modo que puedas planear.
+ ¡Claro! ¿Ves cuantas cosas podría hacer si yo fuera de goma? Y tú ¿qué super-poder tendrías?
- La teletransportación.
+ Cuéntame ¿Por qué?
- Para no tener que depender de la tecnología para verte...
+ ¿Sólo para eso? ¡Eres un moñas!
- Bueno, para eso o para ir a París, por ejemplo, sin gastarme un euro.
+ Eso definitivamente estaría genial, pero ¿no crees que el mundo se convertiría de repente en un lugar muy pequeño? Te conozco, y te digo que te aburrirías en seguida... quizás a los pocos años.
- ¡Y tú qué sabes! Solo depende de cómo lo use. Imagínate, podría aparecer dentro de una caja fuerte y robar todo el dinero que quiera... ¡me podría forrar!
+ Te podrías convertir en un delincuente, ¡brillante! Bravo por el chico soñador que quería ser escritor, ahora convertido en un burdo ladrón, la única forma con la que aprovecha su maravilloso super-poder.
- Ya está bien, no abro más la boca porque a cada cosa que diga me sacarás un argumento para hacerme la contra.
+ No te piques bobo, no es más que un juego... Simplemente creo que no lo aprovechas como yo lo aprovecharía.
- ¿Y cómo lo aprovecharías, chica de goma?
+ ¡Pues viniéndome a visitar!
- ¡Eso, justo eso, dije al principio!
+ Ya, maldito, pero no especificaste cómo. La primera vez, te explico, podrías sorprenderme en el momento en el que estoy a punto de dormir. Me despertarías con un beso. Tienes que ser cuidadoso, ya que si me llego a dormir del todo casi que mejor que no me despiertes. Podría ser en una noche de lluvia, una de esas en las que me quedo sola leyendo o escuchando música. O en una de esas en las que no me hablas por aquí, en las que me miro al espejo, y pienso en ti, y me pregunto ¿Qué tal habrá sido su día? ¿Habrá pensado en mí?
- ¿Y cómo sé cuando estás así?
+ Calla, te estoy diciendo cómo explotar bien tu super-poder.
- Pero cuando hablaste del tuyo tampoco lo estabas explicando tan profundamente.
+ Tú presta atención.
- Continúa.
+ Deberías aparecer sin aviso. Y aparecer ante mí con un beso, no uno de excesiva pasión, que sabes que a mí el rollo quinceañera ya lo he vivido y ahora como que no me va; tampoco tiene que ser un protocolario beso seco, un pico de niño o uno doble como si fuera tu tía abuela. No, tiene que ser diferente, tierno, dulce y cargado de sentimiento, como los que me solías dar. Por otro lado, ya que vienes teletransportado, chico-teletransportado, podrías venir con chocolate suizo, o un vino blanco portugués, ni demasiado seco ni demasiado dulce. Nota que doy por hecho que tu poder vale para poder teletransportar las cosas que lleves contigo.
- Naturalmente, así lo había pensado. Es que, si no es así, pierde mucho.
+ Por supuesto tesoro ¿También podrías teletransportarme a mí? ¿Podrías llevarme contigo donde quisieras?
- Solo si me das la mano, bien fuerte.
+ Eso está hecho ¿Dónde me llevarías?
- Donde quieras, donde siempre has querido ir.
+ Siempre igual ¡Venga mójate!
- Mmm... Te llevaría al paraná, al atardecer, cuando está el cielo aún azul y el agua rosa. Te llevaría a las ruinas de los hospitales del siglo XIII asturianos, en la cima de las montañas. Podríamos cargar con sacos de dormir y permanecer allí a la intemperie, bajo el cielo completamente estrellado.
+ ¡Podríamos ir a África! ¿Sabes que siempre he querido ir a África?
- Habría que tener cuidado según donde estemos, no vaya a ser que caigamos en medio de una manada de animales peligrosos o, peor aún, en alguna guerrilla.
+ Por eso deberíamos ir cogidos de la mano todo el tiempo, bien fuerte. Así, a la primera situación hostil, nos movemos de vuelta aquí, o a tu casa en Barcelona.
- Me parece bien. También siempre quise ir a la Antártida.
+ ¡Brr qué frío! ¿Te molan acaso los pingüinos?
- En realidad no tengo muy claro si quiero ir allá, pero es un deseo que guardo desde pequeño. Quizás me atraigan los lugares aislados.
+ Eres más raro... ¿Lo sabes?
- Por eso te gusto tanto.
+ Y un idiota, pero uno con razón. Desde este lado del mundo me teletransporto a la cama.
- ¿Otro skype mañana?
+ ¿Qué dices? Mañana me despiertas como te dije, con un beso.
- Hasta mañana entonces.
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