El sol se va alejando de este hemisferio. La luz ya no calienta como antes.
Es algo inexorable, como la lluvia que enfría el mediterráneo o la burbuja térmica de Madrid.
Cuando tomas tantos autobuses te terminas acostumbrando a verlo todo cambiar.
A veces pienso que atravieso Castilla entera solo para caminar por el mismo río,
o para ser testigo de un eclipse un domingo a las cuatro de la mañana.
Qué cerca me siento cuando me dicen que, después de todo, hay agua en marte.
No entra la soledad entre tanto eco resonando, una vez y otra vez, por el vasto universo.
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