Mi táctica de imaginarme a mí bajando escaleras cada vez más oscuras
para dormir empieza a fallar, el insomnio ahora mismo es la única opción. ¡Y
ojalá fuese llevadero! ¡Y ojalá fuese tan simple de dejarse llevar! Imposible.
Me pongo música, discos enteros y canciones sueltas y por mucho que mis oídos y
mis acúfenos estén controlados mi mente sigue moviéndose.
Y no paro de pensar... ¿En qué? en todo, aunque en realidad ni siquiera
estoy seguro de nada. Todo se mueve, todo lo que gira desde mi perspectiva
avanza, crece o evoluciona. Y yo mirando como todo se amolda, avanza o
retrocede, descubro que soy el único de la muchedumbre que está sentado.
Sentado y sintiendo. ¿Qué impresión tienen de mí? ¿En qué les agrado, en qué
les repudio o solo les provoco mera indiferencia? (...) Y sigo sentado. Riéndome unas veces con alguien que se acerca a saludar y llorando otras tantas
al verme tan solo entre la multitud.
Necesito a "alguien" que se quede sentado un rato conmigo
cuando esté cansado de vagar sin sentido en este mundo, eso está claro. Sin
embargo, lo que verdaderamente necesito es controlar esta sensibilidad que me
aisla y que me acerca a la gente. Y es que la sensibilidad bien controlada
puede ser la fuerza más poderosa que puedo poseer.
Y ya son casi las siete y está amaneciendo, ni el noctámbulo de mi
compañero de piso mora por los pasillos de nuestra casa. Empezaré la semana con
cansancio sí, pero con la noche bien aprovechada. Solo de las noches en este
piso con mi gran amigo noctámbulo surgieron varias de las mejores conversaciones
que he tenido en mi vida. Y ninguna de estas me ayudó directamente, sin embargo
todas me ayudaron a ayudarme a mí mismo. Me alimentaron el deseo de la búsqueda
del control, de la búsqueda de este dominio de la sensibilidad que me facilite
el andar y el sentarme cuando, en el fondo, a mi me plazca.
La sensibilidad controlada es la meta.
Esta semana será fantástica.
Feliz lunes.
PD: El noctámbulo no estaba dormido.
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