Amanecía un nuevo día y con ello otra fecha tachada en el calendario. Efectivamente, faltaba solo un día para que Don Cochinillo cumpliera sus ansiados 18 años. Llevaba mucho tiempo queriendo convertirse, a efectos prácticos, en adulto y su deseo estaba a punto de concretarse. Al contrario con lo que ocurre con la mayoría de adolescentes, no quería llegar hasta ahí solo para tener la posibilidad de, por ejemplo, adquirir alcohol, obtener el carnet de conducir o poder emanciparse. Lo que Don Cochinillo buscaba con todo su ser desde que tenía memoria, era la capacidad legal para poder cambiar de una vez por todas su condenado, ridículo y horrible nombre.
Se llamaba Don Cochinillo. Don Cochinillo Serrano Andino. Tenía casi 18 años.
Nació como un precioso bebé -sin nombre- de tres kilos y medio, pero su padre, Don Cochinillo senior (o don Don Cochinillo), no tardó en etiquetarle con el ridículo nombre, siguiendo así con la antiquísima tradición familiar que dicta que cada varón sea así llamado. Se documenta que la tradición ya va, al menos, por la decimosexta generación. Motivo de orgullo familiar para una familia que ni destaca ni destacó en nada más a parte de esto.
Don Cochinillo no son dos nombres, sino uno compuesto. Sin embargo, siempre a los ojos de los cercanos hubo aceptación familiar hacia algunos apócopes o hipocorísticos, para poder economizar el esfuerzo que supone pronunciar un nombre tan largo como Don Cochinillo sin que entrara la risa. Al padre, por ejemplo, le decían Dondon (Como London pero con otra 'd', comenta siempre Don Cochinillo Senior), mientras que al primogénito, nuestro protagonista tacha-calendarios, se contentaba con que sus colegas lo llamasen Donco. Donco como nombre, aun siendo raro, nunca fue ni la décima parte de ridículo de lo que es su nombre completo, y, tras lidiar con cierto abuso escolar y demás, ha tenido suficiente aceptación global. En lo referido al abuso escolar, básicamente lo sufrió por su compañero Porfi (de nombre completo Porfirio) quien se reía de él simplemente porque podía. Por lo demás no hubo muchos problemas, y a Donco solo le llamaban Don Cochinillo en contados casos: Cuando iba a renovar los documentos y cuando iba a visitar al doctor. Su hermano se llamaba Juan. Don Cochinillo siempre odió a Juan.
Como se acercaba la fecha de su cumpleaños y todos conocían la decisión de Donco, Dondon decidió tener una charla con él padre e hijo. Lejos de tratar otros temas que también llevaban mucho tiempo preocupándole a su primogénito, Dondon intentó convencer a su hijo de que no se cambiase el nombre. No solo le mostró el árbol genealógico que los 'Don Cochinillo' han ido elaborado a lo largo de la historia, sino que, además amenazó con desheredarle o dejarle sin viaje de fin de curso a Magaluf, Mallorca. Al ver que ante estas amenazas su hijo se mostraba impasible, el frustrado y mal padre optó por cambiar de estrategia y decirle que si osaba a cambiar de nombre, habría un gran problema para con sus amigos o conocidos, ya que no sabrían, por ejemplo, como buscarle en las páginas blancas. Donco, naturalmente, hizo caso omiso frente a tan intrascendentes argumentos, así que Dondon tiró de épica y resaltó lo difícil que es vivir en este mundo, en el que no se para de sufrir duros golpes y en el que solo triunfan los fuertes. Aquellos que se llaman Don Cochinillo, según comentó el padre, están mejor preparados a las adversidades de la vida, ya que desde muy pequeños han sabido enfrentarse a aquellos que les han ido atacando por su nombre. Por lo tanto, todo aquel que se llamase Don Cochinillo estará mejor preparado para triunfar. Donco no dijo nada y al cabo de un minuto se fue a su cuarto para esperar unas horas más.
Dondon se pasó el día del cumpleaños de su hijo llorando, principalmente por dos motivos: Por un lado se rompía la antiquísima tradición familiar. Por otro, él ya no sería más Don Don Cochinillo sino más bien Don Cochinillo, por lo que el apócope Dondon ya no tendría sentido.
Finalmente el cumpleañero regresó triunfal con un nuevo nombre, una nueva vida y un nuevo DNI:
Ahora ya no era más Don Cochinillo.
Ahora era un hombre nuevo.
Ahora era Ramón.
Ramón Serrano.
Muy bueno si! quiero saber como sigue ohohohoho
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