Levantarse de la mesa, sonreír al de al lado, entregar los folios garabateados y salir corriendo del examen para no llegar tarde a la primera caña que brindas con el camarero.
Esta va en honor a los pocos días que aún quedan de pertenencia.
Esta va en honor a los pocos días que aún quedan de pertenencia.
Otra pequeña victoria.
Pasear con el sol de mayo como única compañía, que calienta sin arder, que tuesta sin quemar.
Pensar en lo maravilloso que es comprender que leer y broncearse son dos actos compatibles.
Después, irse y volver, sabiendo que al anochecer las piedras de la ciudad seguirán templadas.
Pensar en lo maravilloso que es comprender que leer y broncearse son dos actos compatibles.
Después, irse y volver, sabiendo que al anochecer las piedras de la ciudad seguirán templadas.
Otra pequeña victoria.
Correr hasta quedarse sin aliento. Sentir que al frenar, antes de querer controlar la pelota, tu pie se ancla al suelo propiciando el que será el principio de otra ampolla. Caerte de bruces por tu torpeza. Escuchar las risas de los demás y reírte con ellos.
Reírte de ti mismo.
Reírte de ti mismo.
Otra pequeña victoria.
Bailar como si fueras la única persona en la tierra. Saber que nadie está observando, ni juzgando. Abrir los ojos y ver que estás con quien quieres estar.
Querer y ser querido.
Querer y ser querido.
Otra pequeña victoria.
Regresar a casa solo a las once de la mañana.
Otra pequeña victoria.
Regresar a casa feliz, sin haberte marchado de Ella.
Otra pequeña victoria.
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