El sexto hombre de un equipo de NBA es aquel que está
sentado con los otros reservas en el momento en el que se inicia el partido.
Sin embargo, el sexto hombre jamás es un suplente más a pesar de ser la sexta
persona en una plantilla donde solo son cinco los titulares. El sexto hombre suele
aparecer en el minuto cinco, y por lo general tiende a estar sus 20-25 minutos
en la cancha. Aparece cuando es menester sorprender, porque de esta manera se
hace más daño al rival que cuando simplemente está y le esperan. El sexto
hombre sale corriendo al parquet y sabes que está ahí porque el público
aplaude. Entra cuando el otro equipo está cansado; su llegada es un mensaje
implícito del entrenador: Es momento para
atacar. Porque el sexto hombre es lo suficientemente egoísta como para
jugarse él solito todos los triples que haga falta, aunque falle la mayoría,
pero lo suficientemente habilidoso y, sobretodo, fogoso como para meter la
canasta decisiva en el partido que a éste le dé la real gana.
En cuestiones de roles, el sexto hombre nunca es la estrella
del equipo, ni siquiera suele ser su flamante escudero, sin embargo es el
principal motivo que lleva al entrenador rival a sacar a la pista a su suplente
más defensivo. Porque el sexto hombre está loco o, al menos, el buen sexto
hombre está loco, y la locura suele ser, como en la mayoría de los ámbitos de
la vida, algo muy difícil de defender. En algunos casos, es el propio sexto
hombre quien prefiere quedarse con el rol de sexto hombre y no de estrella o de
titular indiscutible, ya sea por humildad o locura, porque la mayoría de sextos
hombres bien podrían ser titulares en la mayoría de equipos de la NBA. Una cuestión
de particular interés, que bien puede explicar esto último, es que el sexto
hombre trasciende sobre los esquemas y no entiende de posiciones. Simplemente
juega donde el entrenador le diga, aunque en la mayoría de las fases del
partido sorprenda por donde le apetezca. El sexto hombre es la variable que
rompe la constante. Es vital en un buen sexto hombre un punto de rebeldía, que
lo convierten en una pieza idolatrada por el público, entregado, normalmente,
por su carisma de anti-héroe incomprendido.
El sexto hombre es así porque aparca el cerebro para jugar
con el corazón. El sexto hombre, a veces, vale más que los cinco que salieron
de entrada.
Pero, por encima de todo, el sexto hombre es paciente porque
sabe que, aunque no sea ni estrella ni titular siquiera, en algún momento le tocará
levantarse del banquillo y sacar su alegría a la cancha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario