jueves, 13 de octubre de 2011

Inner Sanctum

Las 6 de la mañana y de camino a casa.
Una vida acaba y un nuevo día comienza,
así debe ser,
está escrito,
ese es el destino.
¿Pero existe el destino?
¿Quién lo escribe?
¿No puedo cambiar mi destino?
¿Será, acaso, poder cambiar mi destino, mi destino?
Leo poco, escribo menos, pienso demasiado.
¿Por qué pienso tanto?
¿Por qué imagino tantas cosas?
Siempre procuré conservar mi imaginación intacta.
Quizás es porque tengo una mente algo infantil.
Quizás por eso puedo llegar a ser gracioso.
Pero ¿un niño es así? ¿eso es bueno?
¿Se ríen conmigo o se ríen de mí?
¿Por qué me interesa que lean esto?
¿Por qué me da vergüenza que lo hagan?
¿Por qué escribo?
Quizás, ni siquiera, lo hago bien.
Quizás esto no es lo mío.
En fin.
Amanece.
El destino sabrá…
Si existe, claro.

                           

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