-Recuerda, no pienses. Simplemente déjate llevar por tu instinto y en todo momento haz lo que te diga tu espíritu. -dijo el viejo- Te recuerdo que solo tendrás una oportunidad y que a cada paso que des no habrá vuelta atrás. ¿Alguna pregunta?
-¿Maestro, estaré solo en el laberinto?
-Mi estimado Zao, físicamente estarás solo pero tendrás que convivir con las opciones que a lo largo del camino rechaces. Recuerda, solo hay tres cosas que jamás vuelven atrás...
-La palabra pronunciada, la flecha lanzada y la oportunidad perdida, maestro.
-Has aprendido bien joven Zao. Sé que lo harás bien. Adelante, te esperaré a la salida.
Y sin decir nada el chico a paso lento e intentando mantener la respiración profunda se adentró en el laberinto. Sabía que la ansiedad era su peor enemigo pues esta le llevaría a tomar el camino erróneo, cosa fatal pues no podía jamás en dar vuelta atrás.
Esto lo comprobó nada más entrar al laberinto, pues nada más penetrar en él se dio la vuelta y notó que la puerta ahora era un muro de seto rojizo que crecía a su espalda a medida que el mismo joven avanzaba. Miró al cielo de la tarde y continuo de la manera más tranquila que pudo hasta la primera bifurcación.
Izquierda o derecha.
Entonces cerró los ojos y meditó por un instante.
Derecha.
Así que avanzó por ese camino pero algo raro notó con el rabillo del ojo: una sombra a su izquierda. Ladeó su cara y descubrió que aquella sombra no era más que él, Zao Feng, tomando el camino de la izquierda con un muro de setos que crecía, al igual que a él, en la espalda.
Derecha.
Así que avanzó por ese camino pero algo raro notó con el rabillo del ojo: una sombra a su izquierda. Ladeó su cara y descubrió que aquella sombra no era más que él, Zao Feng, tomando el camino de la izquierda con un muro de setos que crecía, al igual que a él, en la espalda.
"Trucos de los sabios" se dijo a si mismo y continuó con su travesía hacia la siguiente bifurcación. Cerró los ojos.
Izquierda.
Y volvió a notar que un alter ego, se dirigía al camino opuesto tomando así un rumbo diferente.
Fue así como siguió avanzando y avanzando durante horas. Y a medida que avanzaba más se cansaba, más dudaba y más arrepentía de no haber tomado los caminos rechazados. Entonces ya de noche, calló cansado de rodillas al suelo.
"seguro que los otros ya han llegado a la salida mientras yo sigo avanzando cual caballo solitario por la estepa" Pensó. Después lloró. Después durmió.
Cuando se despertó, el sol naciente brillaba. Y con la misma duda e inseguridad siguió con su travesía hasta la siguiente ramificación. Esta vez eran tres sendas.
Centro.
Y mientras entraba por el camino central se giró de un lado al otro para ver a sus otras imágenes que penetraban los caminos de la izquierda y de la derecha. Ellos, como si de meros reflejos se tratasen, también le miraban con el mismo aire melancólico, de nostalgia por algo que no han vivido, por algo que no podrán vivir.
Fue ahí cuando Zao lo comprendió trodo y siguió andando esta vez a paso firme, casi corriendo, hacia las nuevas ramificaciones.
Izquierda.
Y a medida que avanzaba...
Derecha.
menos importancia le daba a sus reflejos...
Derecha.
y más convencido estaba de que el camino que estaba tomando...
Izquierda.
era el correcto.
Y fueron Izquierda, Centro, Derecha, Centro e Izquierda hasta que finalmente divisó que en el próximo cruce solo tenía una opción: la puerta de salida. En ella solo se podían ver dos cosas: la silueta del ocaso en el horizonte y una figura que le esperaba, era el maestro. Entonces nada más alcanzarle, Zao calló delante de él de rodillas y en un éxtasis de júbilo echó a llorar de felicidad
-Lo conseguí maestro, lo conseguí... -Dijo al cabo de unos minutos tras limpiarse las lágrimas con la manga.
-Y permíteme decirte que lo has hecho estupendamente, Zao Feng.- Contestó el sabio con una sonrisa de par en par.
-Me... me dejé guíar por mi espíritu y conseguí superar el laberinto por el camino correcto... aun no me lo puedo creer, oh gran maestro.
El anciano le ofreció un jarro con agua que el joven bebió con mucho gusto. Y poniéndole su mano en el hombro le contestó:
-En efecto, has elegido la senda correcta puesto has elegido a aquella que realmente has querido con el corazón sin sentir remordimientos por haber abandonado las otras posibilidades.
Pero había una cosa que el joven no podía olvidar.
-Y sin embargo no estaba solo, las sombras...
-Siempre estuviste solo -interrumpió con calma el viejo- no obstante todas esas sombras que has visto no eran más que meros reflejos de lo que pudo haber sido y de lo que no fue. Caminos rechazados que fueron los elegidos desde sus perspectivas, sombras que ignoraron tu propia versión de tu propio destino.
-¿Y qué fue de ellas?
-Todas han salido por esta misma puerta y se han desvanecido con el sol. Todas antes que tú.
- ¿Significa acaso que fracasé? -comentó Zao preocupado.
-No podías estar más equivocado, ya te he dicho que has elegido el sendero verdadero, y no es otro que el que has deseado. Y te quiero mencionar que el hecho de haber marchado por la vía correcta no significa que ésta tenga que ser estrictamente la más larga, simplemente te dejaste llevar y tu espíritu te llevó por ese camino.
-¿Y ahora qué me espera?
-Te espera un banquete por todo lo alto que ya están preparando... Enhorabuena, no podía estar más orgulloso de ti.
-Muchas gracias maestro.
-Ahora ni soy tu maestro ni tú eres mi alumno. Ahora somos lo mismo.
Y los dos juntos regresaron al templo, sin mirar atrás.
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