Y miles de kilómetros separan ya a este chico
que navega por el profundo océano
de aquel otro, que sigue en el muelle cortado,
en aquel puente a la nada,
al costado del río con caña y sin cebo
esperando a que en el agua, algo se mueva.
De espaldas tan semejantes;
de miradas tan diferentes.
A estas alturas ya eran íntimos desconocidos.
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