Me acuerdo haberlo visto bien, a pesar de estar todo apagado.
Me miraste de reojo y me preguntaste "¿qué hay acá de raro?"
y ahí me hice el tonto, porque la muerte te estaba atando.
Lentamente en tu cuello, formando un nudo corredizo,
la muerte te estaba atando, para llevarte al abismo.
Y cuando iba a impedirlo, esta me miró sorprendido
pues no te estaba atando, no: Te estaba descolgando.
Y me miraste de reojo y me preguntaste "¿qué hay de raro?,
sabés que llamé a la muerte porque yo ya estaba acabado
y lo hice sin decir adiós, sabés que prefiero morir olvidado
para no tener que sufrir en elementos ajenos recordados"
Y al lado tuyo estaba la muerte, con un brazo en vos, apoyado,
había girado ya su rostro, y a mi presencia se estaba centrando.
No me había percatado: la temperatura varios grados había bajado.
Y sin escuchar, entendí lo que decía, ella me estaba preguntando:
"¿Y a vos, cuándo te desato?"
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