viernes, 6 de abril de 2012

Demencia

Las olas y el viento
azotaban con fuerza
las empapadas cubiertas 
de los dos barcos.

Y en medio de esa escena,
desoladora como ninguna,
en el último de los buques,
sólo, atado al mástil
"ese viejo demente"
con los ojos bien abiertos
captaba la impresión
de ese paisaje maravilloso:
la tormenta;
y de ese gran dios:
el mar.

Y en medio de vaivenes
poderosos por la marea,
sólo, atado al mástil
por voluntad propia,
el "viejo demente",
Joseph Turner,
estudiaba
esa cargada atmósfera
de dioses y monstruos.


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