sábado, 28 de septiembre de 2013

Ahora

A partir de hoy, relataré mi experiencia, sensaciones, curiosidades e historias del Erasmus en este, mi nuevo blog:
 Bierlin

domingo, 22 de septiembre de 2013

A pesar

A pesar del espacio y del tiempo,
cerró los ojos
y la sintió al lado.
Sus besos no iban al aire.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Buen Camino

Era de noche cuando el peregrino por fin llegó al templo. Había pasado los últimos años de su vida viajando por todo el mundo, pero no había nadie para darle la bienvenida. Adentro, la oscuridad reinaba en el vestíbulo de piedra, solo unas velas desgastadas y muy tenues iluminaban, en un rincón, la única mesa de la sala. Se acercó y comprobó que en ella había un libro de firmas donde cada viajero pasado había escrito o firmado. Leyó algunas firmas anteriores con atención y sin pensárselo dos veces, cogió la pluma y se dispuso a escribir.

Primero pensó en relatar brevemente su experiencia, ya que después de tanto tiempo tenía cientos de anécdotas guardadas con cariño en su memoria. Había caminado por el desierto de Atacama durante una lluvia de estrellas; había cruzado el estrecho de Bering a pie cuando este, gracias al hielo, puede ser transitable; había recorrido la peligrosa carretera Srinagar en Cachemira; o había sido testigo de la danza de las ballenas en el báltico. Como estas, muchas historias había en su cabeza, pero sin embargo ninguna palabra fue capaz de articular sobre algo de esto en el libro de firmas.

Respiró un poco y llegó a la conclusión de que quizás podría escribir algo más filosófico, redactar una breve reflexión o atreverse con algún consejo. Y es que durante su travesía había charlado con los monjes lamas en el Tíbet; había presenciado curas milagrosas de un chaman wólof; o había vivido de primera mano las masacres e injusticias a lo largo de todo el mundo. Pero de entre todo lo que aprendió, nada pudo contar por escrito en ese libro.

Hizo una breve pausa y se le ocurrió entonces que podría aprovechar las palabras para mostrar agradecimiento a aquellas personas que le habían ayudado en todo momento. Recordó a las tres mujeres de las cuáles él se había enamorado en su periplo y en la hija que había tenido con una de ellas; se acordó también de aquellas personas bondadosas que le habían acogido cuando él peor lo pasaba; y concibió, incluso, en agradecer a los monjes del propio templo. Sin embargo cuanto más pensaba, más nombres imprescindibles se le venían a la cabeza de modo que, finalmente, ninguno pudo ni supo escribir.

Abatido, el peregrino dejó la pluma en la mesa, agachando la cabeza muy resignado ante una misión imposible. No se lo podía creer, tantas experiencias y sabiduría adquiridas de un viaje tan largo y tan pocas (o ninguna) palabras para expresar nada en un miserable cuaderno. Sentía impotencia. En su interior sí que había razonamientos o sentimientos para transmitir, pero los medios, las palabras, no aparecían. El cansancio podría haber sido la causa de esa falta de inspiración, pero el peregrino estaba convencido de que había algo más profundo que ignoraba. Empezó a recordar su viaje desde el principio y tramo por tramo fue avanzando hasta encontrar la solución a su bloqueo. Llegó así a su etapa vivida con los Brahmanes en Khajuraho, en el norte de la india, y recordó de ellos cómo había aprendido el arte de meditar. Cerró entonces los ojos, respiro profundamente y poco a poco vació su mente. Y de la nada de repente salió la luz.

Entonces volvió a coger la pluma. Después de tanto tiempo intentando como un idiota escribir unas palabras dignas que sinteticen y justifiquen su viaje, su pasado, se había dado cuenta ahora de que eso resultaba ser tarea imposible. Y es que supo finalmente que lo que quería transmitir, lo puro, se encontraba desperdigado en cada tramo del viaje, en cada uno de aquellos lugares en los que había vivido y respirado a lo largo de su odisea. Buscarlas para plasmarlas en esa libreta no era más que un viaje imposible al pasado. Un pasado al que ya no podía acceder, pero que sin embargo le marcaba inexorablemente el presente. Se había dado cuenta, en definitiva, de que las palabras eran el pasado, y de que él mismo no era más que su propio camino. Serenamente escribió dos palabras, soltó el plumín y abandonó la mesa.

Tan atrás quedaban ya sus vivencias, sus trayectos, sus viejas formas de ser, sus aventuras, sus desventuras, tan atrás quedaba ya el cuaderno de visitas y sus palabras escritas "Buen camino". Tan atrás quedaba todo.

Seguía siendo de noche cuando el peregrino salió del templo a mirar las estrellas.

martes, 13 de agosto de 2013

Lutece

Esto se está poniendo incómodo
tú ves cara,
y yo veo cruz.



Entre nosotros observamos la misma moneda
pero en distinta perspectiva:
cara, cruz;
vivo, muerto.

No es ni suerte ni azar,
sino pura probabilidad
y simultaneidad.
Todo es probable
y ocurre
al mismo tiempo.

Cambiar de perspectiva es casi como montar en bicicleta
(nunca se olvida)
solo hace falta valor para subir a bordo.

Por eso no pienses en "cómo"
si la pregunta jugosa es "cuándo".

domingo, 23 de junio de 2013

El Ser y la nada

El cielo se encontraba nublado y el fuerte viento le golpeaba la cara, dificultándole así la vista del paisaje: un océano gris, embravecido, que se extendía de monte a monte abarcando de esa manera, todo el horizonte. El Ser bajó entonces la mirada y contempló como el iracundo oleaje arremetía contra la piedra caliza, erosionándola y moldeándola a imagen y semejanza del caos del mar. La sal perfumaba su rostro, cada vez que las olas mas grandes le salpicaban la cara con gotas de agua gélida y el ruido atronador de la marejada contrastaba con el silencio de las gaviotas, personas, o cualquier otra forma de vida. El ser sabía que se encontraba solo y diminuto, rodeado por esa infinita e inmensa nada. Y sintió vértigo.

Le angustiaba sentir vértigo, pues era una nueva sensación en él. De pequeño siempre, solo o con amigos, se arrojaba al agua de cabeza desde las rocas más altas, nunca había sentido vértigo, pero esta vez era diferente. Aterrado, se giró para observar de nuevo aquella cueva oscura donde había habitado y malvivido demasiado tiempo. Un agujero húmedo que emanaba un olor hediondo que provenía de esos restos de gaviotas y cangrejos de los que había sobrevivido en su estancia en aquella cueva. De repente, el cielo se despejó y el sol iluminó su maltrecho cuerpo después de varias semanas de oscuridad. Entonces, el Ser alzó la mirada y contempló con una sonrisa al cielo, sabiendo que ya estaba todo claro. Ahora, por fin, lo entendía todo. Retornó al borde del acantilado, volvió a mirar al abismo y comprendió que su vértigo no era un miedo a las alturas, sino que era un miedo a la posibilidad, un miedo a la libertad.

El paisaje se había apaciguado, la nada se sometió por un instante al Ser. Era el momento. Sin pensárselo dos veces, cerró los ojos y se arrojó al acantilado en dirección a las erosionadas y afiladas piedras. Mientras caía, sintió por última vez el rocío de la espuma y el olor de la sal marina. Entonces, el ser abrió los ojos y los brazos, desplegando así las alas que había construido con plumas de gaviota y alzó el vuelo en dirección al sol y más allá.

Ya no importaban ni las piedras afiladas, ni el viento, ni el oleaje. El Ser era un todo, y volaba serenamente sobre aquella nada que se extendía de monte a monte, abarcando así todo el horizonte.

Siempre libre.

sábado, 15 de junio de 2013

Tanto

Aprieta fuerte al respirar,
siento presión por dentro.
Tengo tanto para dar,
mi cuerpo se queda pequeño.

domingo, 2 de junio de 2013

Gente del río

Vengo 
de donde hay un río
y a veces llego a soñar 
que   nado   veloz   en   él,
casi siempre      a contracorriente,
comiéndome        todo lo que pase
-no  voy  a   negar  mi  voracidad-
en esas marrones aguas de llanura 
(todo  tan  limpio  como  embarrado).
Cuando me apetece  muerdo  anzuelos
(siempre    lo    hago    conscientemente)
para   ver  como   es   todo   allá   arriba
y  mirar  al  sol  a  la  cara,  sin  asustarme.
No   suelo preocuparme por el pescador
que      después     de     una       fotografía
me   libera   para   continuar  mi  marcha
(casi siempre, insisto, a contracorriente)
No voy a la mar, sino al origen.
Llámala  montaña,
llámala fuente,
poco importa
ya que siempre pasa lo mismo: 
que cuando casi llego, me despierto de esta magia,
algo       triste,       pero        convencido       al      menos
 de que los Lucios                                      somos peces de río.



(Y              vivimos             y           soñamos             para           seguir           nadando)

jueves, 30 de mayo de 2013

Los amantes del círculo polar

Eran ellos,
solo ellos,
bien al norte.

Se miraban
y sin acabar de caer,
el sol giraba sobre ellos
bordeando el horizonte
en un atardecer eterno,
congelado, como el tiempo.




Eran los únicos,

-solo les rodeaba el sur-

Estaban en la cima del mundo.




Un beso

y el círculo polar, por fin, se había cerrado.

jueves, 16 de mayo de 2013

Juego de pelota

Cuentan que el muro era alto, largo, liso y gris... y dividía la población en dos, o mejor dicho, separaba a dos poblaciones que simplemente se odiaban. Hasta tal punto era el rechazo que ninguna puerta, puente o túnel había que uniese ambos poblados.

Por una parte, estaban los unos, y por la otra estaban los otros. Así se hacían llamar desde su perspectivas. Ambos pueblos se habían desarrollado favorablemente por su cuenta a la sombra del muro, que llevaba unos cuantos siglos impidiendo la comunicación entre estas gentes. La mayoría de las personas de los dos lados desconocían el origen y fin real del muro, pero todos sabían que no querían saber nada de los desconocidos que hacían su vida más allá de aquella pared fría de piedra.

El pueblo de la cara este era un pueblo que no había hecho nada más que prosperar económicamente desde la fundación del muro. Esto era un hecho conocido por todos, y por ello, creían que la gente del oeste no era más que una panda de haraganes que alguna vez se había aprovechado del trabajo y tenacidad de la gente del este. Por ende, todos sus habitantes vivían felices y tranquilos por hacer sus vidas sin pensar en lo que los demás tramaban  más allá del muro. Tal era la despreocupación que prácticamente nadie había tenido el menor interés de cruzar aquella barrera fría y gris... hasta que llegó el niño.

Dicen que una tarde de primavera un grupo de pequeños jugando a la pelota cerca del muro es sorprendido por la mala suerte. La pelota que solían rebotar de forma ingeniosa contra la pared, por circunstancias del azar, fue a parar al otro lado del muro dejando a los amigos sin su diversión favorita. Desolados como si su propia vida se hubiese caído al otro lado del muro con aquella esfera, regresaron, uno a uno, cabizbajos a sus respectivas casas. Solo se quedó uno, el más joven del grupo quizás, el pequeño Itzel, quien sentado y abatido contemplaba enfrente del muro como el sol caía por el oeste.

Él era el dueño de la pelota y su familia era pobre y humilde. Sabía que una pelota y menos una como esa, era algo muy difícil de conseguir para alguien como él. Por esta razón solo, sentado a la sombra de la colosal barrera gris esperó impotente mientras la suave brisa primaveral se enfriaba con el ocaso.

Ya era casi de noche cuando se levantó convencido de que no iba a volver a ver jamás a su adorado juguete. Se lamentaba en silencio mientras emprendía su camino casa cuando de pronto, ocurrió el milagro. Un seco ruido a su espalda, que le erizó de arriba a abajo, sonó detrás del niño. Anonadado se giró para comprobar lo sucedido: su pelota estaba allí. La recogió y la observó con sumo cuidado, pero no por mucho tiempo porque de la emoción, regresó corriendo a casa.

Al día siguiente, el joven Itzel regresó muy temprano al muro. Había pasado la noche en vela preguntándose como era que la gente malvada del oeste le había devuelto la pelota. Además había hablado de esto con sus padres, que  lo negaban afirmando que en realidad, la pelota jamás cruzó al otro lado sino que se perdió entre las hierbas altas que crecen cerca de la gran pared. Entonces, ya enfrente del gigante de piedra, Itzel se plantó frente a la pared y en un acto de fe, para quitarse la duda, volvió a lanzar la pelotita y se quedó ahí esperando.

Y al rato la pelota regresó volando con una suave parábola. El joven no se lo pensó dos veces y volvió a lanzarla al otro lado, y enseguida se la devolvieron. Su cabeza volaba. Que esto ocurriese una vez era un milagro, que ocurriera dos veces era una casualidad pero tres, tres veces ya era un hecho. Por eso, de un arrebato de curiosidad metió las manos en los bolsillos y sacó un desgastado lápiz, que usó para escribir en la cara de la pelota la palabra mágica: "Hola" y volvió a arrojarla más allá de la pared. La respuesta no llegó hasta media hora después con un mensaje escrito sobre el mensaje del chico borrado "perdón, no encontraba un lápiz" rezaba el mensaje. Mientras Itzel observaba minuciosamente la pelota en busca de más mensajes, era inconsciente de estar frente a la primera comunicación entre lo hombres del este y del oeste desde la fundación del muro. Y aun con todo, para él esto no era más que un juego de pelota.

Pasaron primero los días, después las semanas y más tarde los meses. Itzel acudía religiosamente siempre que podía al muro para jugar con la otra persona del oeste. Al principio no se escribían mucho, la pelota no tenía grandes dimensiones como para ser escrita, pero esto poco importaba para unos niños que solo querían divertirse. No se preguntaban los nombres, solían hablar de cosas concretas y triviales y de cuándo quedar solo para volver a jugar. Pero esto no tardó en cambiar, y la pelota pasó entonces de ser el contenido a ser el contenedor del juego. Se empezaron a pasar, mensajes más extensos junto con otras cosas pegados a la pelota.

La gente del este no daba crédito a la situación y veían desde la distancia (sin acercarse demasiado) como el pequeño Itzel intercambiaba pelotazos con alguien del otro lado. Guiados por los rumores de la población, la familia de Itzel hizo todo lo posible para impedir el contacto que tuviera él con el ser del otro lado del muro, pero sus intentos eran en vano. El niño siempre se salía con la suya y no tardaba en regresar al muro.

Finalmente, viendo la fuerte voluntad de su hijo, la familia acabó cediendo ante sus deseos permitiendo sus visitas al muro pero de una forma regulada. Por otra parte, las demás personas poco a poco se fueron acostumbrando a sus visitas al muro. Fue así como, poco a poco, el joven dejó de formar partes de los temas de conversación habituales... hasta que una mañana el niño desapareció.




Cuentan que la familia horrorizada acudió al cacique, quien ordenó inmediatamente una búsqueda exhaustiva del muchacho. Todos los vecinos se entregaron a la causa pero, a pesar de sus esfuerzos, el niño no aparecía por ninguna parte. Lo único que encontraron fue una nota, un trozo de papel, a ras del muro con letra de un niño, que rezaba un mensaje muy simple: "Nos vemos".

Nadie se lo podía creer, la multitud reunida a ras del muro discutía sobre qué hacer. El niño había cruzado al otro lado, le habían engañado para unirse a la gente del oeste. "¡Esos seres lamentables merecen un castigo!" exclamaba un vecino "Teníamos que haberle parado los pies a ese crío" decía otro "¡Esto es una tragedia, hay que contraatacar!" voceaban un grupo de jóvenes. El cacique, mientras taciturno oía el bullicio de la multitud, notó como un ruido seco caía a su espalda. Se giró y vio un trozo de madera con una inscripción. "Devolvednos a Quetzalli", rezaba el escrito.

El gobernador enseñó el escrito a la multitud quien no entendía el significado de aquel mensaje. Un hombre sabio que acompañaba a los demás sugirió que la letra no podía ser de alguien de esta cara del muro, este mensaje venía de más allá. El cacique entendió la situación y ordenó redactar un nuevo mensaje que fue lanzado al otro lado "No sabemos nada de Quetzalli, devolvednos a Itzel".

La respuesta no tardó en llegar pero esta no aclaraba nada. La gente del oeste estaba en la misma situación. Los mensajes se siguieron intercambiando, de uno en uno, entre ambos gobernadores pero las horas pasaban y el problema continuaba. Cansado de ver como el cacique seguía discutiendo, el hombre sabio, desobedeciendo las órdenes del cacique, escribió un mensaje propio sobre un papel y lo lanzó. Y llegaron así del otro lado, dos mensajes a la vez, en forma de bola de la cara occidental del muro.

Entonces el resto de la multitud se animó y todos los presentes empezaron a escribir y a intercambiar mensajes con las personas del otro lado quienes respondían al mismo tiempo. Era una lluvia de cartas aleatorias de desconocidos que se mezclaban en el aire y caían sobre diferentes destinatarios. Algunos de esos mensajes eran curiosas preguntas sobre la situación del este, otros, en cambio, eran consejos, escritos sin esperar respuesta, pero la gran multitud de estos breves textos se centraban en los dos niños desaparecidos a ambos lados del muro.

Y llegaron a la conclusión de que los unos no eran muy diferentes a los otros. Entonces, antes de que nadie tome consciencia de la situación, por iniciativa colectiva, los vecinos de ambos lados acudieron al muro con martillos y demás instrumentos para derribar aquella horrible barrera. Y golpe a golpe, piedra a piedra, de un pequeño hueco salió la luz y una mano salió de aquel agujero que un joven del este apretó en señal de amistad. Y ese pequeño hueco pasó a ser un gran boquete en el que cabía una persona, y de ese boquete salió una gran abertura en la que entraban cómodamente un grupo de personas.

Por primera vez en mucho tiempo, este y oeste se vieron las caras. De la emoción, unos cruzaban al lado opuesto para intercambiar saludos y abrazos con los desconocidos del otro lado. La situación era una fiesta, pero al cabo de un rato, los caciques de ambos pueblos llamaron a los ciudadanos a lo importante: los niños.

Así ambos poblados se fundieron en uno para colaborar en el fin común. Y entre todos se pusieron a peinar los pueblos. Al principio se podía notar una cierta desconfianza con la gente del otro lado, pero con el tiempo los unos se daban cuenta de que los otros eran sinceros y desconocían de la misma manera la situación de los niños. Todos juntos no tardaron en encontrar detalles a ambos lados del muro, pistas que al parecer los niños dejaron antes de marcharse.

Estos ensajes que un principio parecían carecer de sentido pero que finalmente descubrieron que estas pistas solo se podían resolver en conjunto y las señales del pueblo del este solo podían ser entendidas por la gente del oeste y viceversa. Un juego de niños.

Las pistas llevaban otras pistas. Iban y venían de un pueblo al otro para seguir con la búsqueda, hasta que finalmente el juego les llevó de vuelta al muro. Anochecía y encontraron eventualmente entre las hierbas altas, unos pequeños túneles, tapados con piedra y maleza. Empezaron todos entonces a cavar para que pudiesen ser accesibles para adultos.  Y vieron como estos agujeros llevaban a una gruta en la que el pequeño Itzel y la pequeña Quetzalli asustados, iluminados bajo el tenue fuego de una hoguera, se abrazaban con la pelota tirada a un costado con miedo de volver a separarse.

· · ·

Hoy en día ese muro ya no existe, solo se conserva un segmento para recordar aquel momento histórico y para aquellos niños que quieran divertirse con un juego de pelota.

domingo, 28 de abril de 2013

Mi vida es una mentira,
pero este texto no es una estafa.

Mis sueños son una ruina
y este momento es mi mortaja.

sábado, 27 de abril de 2013

Tormenta

Todo empezó con un trueno
y gota a gota
el mundo quedó empapado.

Todo empezó con un trueno
y el viento huracanado
liberó a los dioses atrapados.

Todo empezó con un trueno,
y bajo el ruido del diluvio,
nació la vida y murió el tiempo.

Es cierto, Dios está en el agua
pero los demás dioses venimos del trueno.


Existimos,
Creo en la tormenta.

domingo, 21 de abril de 2013

(Des)orden

Dentro de la montaña misteriosa,
desde la fría y profunda caverna, 
una llama solitaria y verde
ilumina el burbujeante caldero.

En él, hierven y se subliman
jeroglíficos y palabras sin sentido.
Todas cuidadosamente colocadas
para permanecer desordenadas
por siempre en la realidad.

El maestro alquimista supervisa la operación
y su ayudante vela porque la verde llama
permanezca encendida para continuar la magia.

Y unas palabras ordenadas por el ser superior
hacen que la operación sea completada,
en aquel almizcle del caos,
para que después sea derramado con mucho cuidado
en aquellas tierras sagradas y ancestrales, primero
y en aquellas tierras vulgares y mundanas, después.

Gracias a esto, las guerras continuaron floreciendo;
el hambre crecía donde la gula ausentaba
y epidemias mortales consumaban últimas voluntades.

Y desde la entrada de la caverna,
oteando el horizonte, contemplando el panorama,
el maestro alquimista aprueba el resultado,
regresando así a la húmeda cueva
contento de haber hecho bien su trabajo.

Todo seguía en (des)orden.

miércoles, 17 de abril de 2013

Tierra y mar

No tengo vista para tanta tierra
ni ojos para tanto mar
que en un solo mundo
(o quizás en dos)
contemplan y cautivan
la atenta mirada felina
que observa y se pierde
en este cuento profundo
sin saber como regresar.

martes, 16 de abril de 2013

Muerto entre las flores

Un susurro al oído
o una melodía de clarinete
reactiva el control de mis sentidos
en un final feliz entre la humedad y lo perenne,
la fresca brisa y esas gotitas de rocío.

Noto el polen que pulula entre mis silbidos,
y lentamente cierro los ojos, 
entonces siento los últimos rayos de sol
calentar los finales latidos
de este cuerpo que entre las flores
solo y feliz se ha perdido.


jueves, 11 de abril de 2013

6

De ahí la pena y el anhelo,
viendo que hace bien poco,
soñábamos juntos y contentos
de haber estado jugando
y fluctuando con el tiempo

como seres voladores,
que han tocado el cielo


Como los dioses creadores...
     
                                                ... soy creyente de mi propio cuento.

viernes, 5 de abril de 2013

Carnívoro

Abandona la rutina, deja a un lado los cubiertos
y coge tu guerrera espada
para adórnala con mis vísceras
y ábreme el vientre
para devorar mi alma.

Engúyeme, mastica lentamente
y bebe la cruda sangre que me chorrea
por este corazón que ya poco me pertenece.

Puedes entrar sin llamar, te dejo las puertas abiertas
pero solo pido que te quedes en la sobremesa
y saborees con un poco de limón y sin sal (que me acelero)
el placer de pertenecer a otro, el deseo de comprobar
como mi felicidad crece a medida que la soledad,
mordisco a mordisco, tus muelas van triturando.

El mantel está puesto, la comida está servida
corta por la linea de puntos,
este es el menú carnívoro de un jueves a la madrugada,
tenga buen apetito, sírvase usted misma.

jueves, 28 de marzo de 2013

Idiota

Soy ese idiota que cuando no se cae, una vez más, de su cama,
sueña despierto para acabar estrellado contra otro muro
y después se queja y llora por no entender semejante espinada.

Soy ese idiota que se siente adulto cuando no salió de la escuela,
tan impulsivo como egoísta, que ladra con un carácter de perro,
abandonando a los demás por una vida a las sombras de la ceguera.

Soy ese idiota que cree en lo efímero, en los cuentos de hadas,
donde todo es perfecto cuando en realidad estas cosas llegan
solo para hacer placer, y se marchan dejando (de sangre) cascadas.

Soy ese idiota que tiene a su propio corazón por bandera
y se deja guiar por los restos de olores que en mis vestigios dejas
a pesar, que desde el principio, el mundo huele a negra humareda.

Soy ese idiota que enloqueció antes de que llegara la primavera,
que se enamora no tanto por la manzana como por las palabras
y se ríe y llora cada día, sin dormir nada por el dolor de las letras.

Pero no soy ese idiota que viene, ama, odia y (finalmente) se marcha
porque me quedaré aguantando vendavales, tropiezos y golpes
porque soy idiota... pero bueno, todo ya lo sabes... y yo no sé nada.

viernes, 22 de marzo de 2013

Martillo y cincel

Era cierto, Miguel Ángel Buonarotti  veía la obra final antes de empezar a tallar el bloque. Cuentan que en 1509, tras un encargo, escogió un bloque de la cantera que iba a tallar y que le iba a dar la forma de Moisés para la tumba del papa Julio II.

Y así pasó semanas, día y noche, golpeando a la piedra para dar resultado a aquel coloso de mármol que majestuosamente portaba la tablilla con los diez mandamientos. Tan perfecta y real resultó la estatua que sintió que la única cosa que le faltaba por extraer de aquel bloque de mármol era la propia vida. Emocionado, cogió entonces el martillo y le golpeó con toda su alma en la rodilla.

"¡¿Por qué no me hablas?!" Gritó, casi llorando.

Y la mirada del Moisés permaneció inmóvil, impasible, fijada en su creador. Entonces, aun con los ojos húmedos, Miguel Ángel cogió el martillo y el cincel y se marchó del taller, consciente de no haber dejado atrás más que un bloque de mármol tallado, muchas horas de trabajo y poco más.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Azahar

Y de entre tanto humo húmedo y negro,
el muchacho notó un pequeño vestigio
como un mínimo gran presagio,
que le iba a salvar del helado fuego.

De repente, por capricho de la naturaleza
descubrió el aroma del azahar,
un milagro entre las llamas, 
un superviviente extremo
que ha llegado para quedarse,
como estandarte de la gloria
y de aquello que es bueno.

...

No queda mucho tiempo,
Apuremos un ultimo chupito
y las últimas lágrimas del invierno
que lo mejor está por llegar...
y créeme, nada está menos lejos.

martes, 19 de marzo de 2013

Ni el cantar de los ruiseñores
ni el caminar de los vecinos
hacen tanto como el blanco
que todo lo inunda desde la ventana
ahogando los sueños en la claridad,
desnudando la mano que me acaricia el pecho
y resucitando esos ojos que, fijos, me observan.

Amanece, que no es poco
y te despiertas (que lo es todo).
Dame un tema, y te escribo una historia;
dame una sonrisa, y te susurro un poema;
dame un beso, y te describo la gloria;
dame una noche, y te devuelvo la magia;
y no me des nada, me basta mi memoria.

viernes, 15 de marzo de 2013

Agua

Y miles de kilómetros separan ya a este chico
que navega por el profundo océano
de aquel otro, que sigue en el muelle cortado,
en aquel puente a la nada,
al costado del río con caña y sin cebo
esperando a que en el agua, algo se mueva.


                                    De espaldas tan semejantes;
                                                                                   de miradas tan diferentes.

                                         A estas alturas ya eran íntimos desconocidos.


lunes, 11 de marzo de 2013

Sinfonía número 5

La vida no es un río que va a parar a la mar,
no, es bastante diferente, me atrevo a decir.
Y es que la vida es en realidad un océano 
o un infinito mar de fuego y magia.

Sí, la vida es fuego y magia

Y es fuego
porque sin darnos cuenta
todo prende y arde, incluido el tiempo
(que del calor a veces se congela)
y en cuanto a la magia no está sino en el morir cada día en el fuego,
y en el placer de saber que sin embargo, 
como aves fénix, nos seguiremos moviendo.

Porque la vida es un oceano
(y conocer esto es una ventaja)
pues qué mejor forma de vivir sin miedo 
que viajar sin destino ni rumbo,
teniendo solo a nuestro corazón por bandera,
y viajar así a nuestra manera
volviendo al principio cuando queramos
o tocar, si encontramos, y quedarnos en tierra.

No, la vida no es un río que va a parar a la mar
no seamos así de lineales y deterministas
que poco, o más bien nada, hay definitivo
en un mundo tan redondo como este,
que entre tantas llamaradas,
sin embargo se mueve.

Musa

¿Cómo quieres que escriba
un poema de más de cuatro versos
si mi cabeza permanece a la deriva?
¿Cómo pretendes que me inspire
si entre los barros más espesos,
a la sombra de tu ausencia,
solo, a la nada, esto se dirige?

Porque si quieres que escriba
un poema de más de cuatro versos
y sacar así mi cabeza de la deriva
o si quieres que me inspire
para que salga del barro más espeso,
solo te pido que te acerques aquí
porque yo soy yo y tus besos.

domingo, 3 de marzo de 2013

El tiempo se estanca

Lo bello es aquello que por muy pequeño que sea,
es capaz de congelar el tiempo
acabando así con la nostalgia del presente,
haciéndote sentir vivo
y que fuera de ese momento, 
lo demás solo sea muerte.

Entonces 
te miro a los ojos,
y siento que reloj y latidos se paran.
Y a cámara lenta sonrío.
"Hagamos belleza" -te pido-
juguemos con el tiempo
y que esta gloria sea infinita 
en los pocos segundos que dure.

Nada más necesito.

viernes, 1 de marzo de 2013

Leones

El caos reinaba las calles, el mayor miedo de la gente se había hecho realidad: Los leones habían escapado. Escandalizado, el alcalde ordenó la recaptura de todas las fieras pero era demasiado tarde, los leones ya paseaban tranquilamente por las casas de todos aquellos que habían huido. Y por eso los leones pudieron vivir solos y en paz sin mayor cárcel que su propio horizonte. Nunca nadie supo que las jaulas habían sido construidas para que finalmente estos pudieran escapar.

lunes, 25 de febrero de 2013

La caída

El viento era insoportable, por lo que abrió los ojos para conocer la terrible verdad, estaba cayendo por un eterno abismo hacia lo desconocido. No era que no recordase donde estaba, sino más bien porque por sus ojos no veía nada, solamente la densa e infinita oscuridad. La luz en ese mundo y en ese momento no tenía más cabida que en las lagunas de su memoria. Solo podía deducir una cosa: simplemente caía y caía.

Ya despierto, en una primera instancia, nada salía de su cabeza salvo unos gritos, unos gritos ahogados por el  fuerte viento, producto de ese aparente descenso eterno hacia la incertidumbre. Más tarde, ya algo más relajado, intentó razonar su situación como la velocidad de caída, pero esta era lógicamente incalculable e inútil y, además su condición de escritor frustrado solo hacía que de su mente prácticamente solo saliesen metáforas baratas como "mar de petroleo u océano de perdición". 

Todo esto tenía gracia porque poco y nada líquido había en aquel negro entorno. Y mientras tanto caía y el viento secaba su boca que necesitaba ser cada vez más hidratada. Además, por si fuera poco, más débil se encontraba a medida que bajaba y descendía hacia la oscuridad. Moría mientras caía y a medida que caía y caía, peor y peores pensamientos razonaba. Llegó incluso a no estar muy seguro de que finalmente llegase vivo a ese suelo, de piedras o cualquier otra cosa que le esperase en su destino fatal.

Ya no pensaba, ya poco sentía y mientras tanto caía y caía, hasta que finalmente cayó, inconsciente y dormido. 

Cayó para despertar con un roce en sus labios, para despertar con un beso de esos que resucitan y que desde las profundidades te hacen caer hacia arriba, hacia la vida.

sábado, 23 de febrero de 2013

4

Solo te ofrezco mis palabras a cambio de quedarme en tu memoria;
solo te pido esta noche si quieres vida, tragedia y gloria.

jueves, 21 de febrero de 2013

3

Que se quite el vacío
que hay entre tu perfume
y el motor de mis latidos.
Y que se quite el elefante
que está pero no se ve, entre tu boca
y mis ganas salvajes de besarte.

martes, 19 de febrero de 2013

Back to black

He vuelto a avanzar hacia atrás
hacia un futuro que ya conozco
donde el cielo es gris oscuro, casi negro,
donde las olas rompen iracundas las piedras
y salan las bocanadas de alguien que intenta respirar,
oxidando así los ya apurados latidos.
He vuelto a hacer las cosas al revés:
me he enamorado del fuego que me destruye,
derritiendome en una humareda de vapor de lágrima;
he alejado todo lo que quiero tener cerca
y todo lo que se acerca permanece intocable.
Hoy hace un día gris oscuro, casi negro
y todo, incluso lo que está protegido por un techo,
permanece mojado
pero no por la lluvia
sino por lágrimas que en mis gafas duermen
diluyendo el paisaje, mis deseos y mis sueños.

He vuelto a caer otra vez sobre el mismo abismo.
Hoy es martes.
Hoy regreso a la oscuridad.


domingo, 17 de febrero de 2013

2

Tan ancha es castilla
y tan angostos mis latidos
cuando sonríes a tan poca vida 
y le das tanto sentido.

martes, 5 de febrero de 2013

Espejo

Deja que dibuje tu mirada con palabras,
deja que este cuaderno te sirva como espejo,
para que te quites así, de una vez por todas
esa nostalgia del presente que emborrona tu cara,
frías cadenas que me impiden que te bese.